Beata Faustina Kowalska:
Jesús te ama a ti...


...con Amor misericordioso, ha cargado todos tus pecados en sus hombros, llevando el madero horizontal de la cruz en la subida del monte Calvario (1ª Pedro 2:24); ha pagado, entregando su cuerpo y su propia sagrada sangre, el precio del perdón del pecado original de Adán y Eva, y hasta el último de tus pecados. Un precio que ni siquiera todo el oro, las piedras preciosas, y el dinero del mundo entero habría podido cubrir, estuvo abonado por la pura sangre del Cordero de Dios, inmolado en aquella Pascua por su propia voluntad y por amor a ti; porque de otra forma podría haber hecho un milagro deslizándose simplemente entre sus opositores, o aniquilándolos. ¡Estás libre!, y no tenes que pagar ningún precio, sino aceptar a Jesús como tu Señor y Salvador, y él te liberará de toda la opresión, la congoja y los problemas que te afligen en este mundo gobernado por el príncipe de las tinieblas (2ª Corintios 3:17); porque él es el Rey de reyes, con el cual el enemigo nada puede; porque lo venció en la Cruz y con la Resurrección. ¡Estás sano!, porque él también se ha llevado a todas las enfermedades que el enemigo anda esparciendo en este mundo, y por sus llagas has sido curado (Isaías 53:5),¡abrí tu corazón! ¡Sos santo! Porque, entregando tu corazón a él, jamás volverás a caer en los pecados y vicios (cigarrillos, alcohol, drogas, sexo ilícito y pervertido, etc.) que te habían atrapado (1ª Corintios 3:16-17). Ahora basta que te identifique con una de las cinco tipologías del alma sucesivas, las cuales han sido copiadas del Diario de sor Faustina Kowalska sobre la Divina Misericordia, que relata estos discursos -de alma a alma- con el mismo Señor Jesucristo (acontecidos durante sus retiros espirituales en este siglo y en el país natal Karol Wojtila -el actual Papa Juan Pablo II-, en Polonia), y comiences a buscar su rostro, su presencia espiritual y a dialogar con él cara a cara:


DIÁLOGO ENTRE DIOS MISERICORDIOSO Y EL ALMA PECADORA


- Jesús: No tengas miedo, alma pecadora, de tu Salvador; Yo soy el primero en acercarme a ti, porque sé que por ti misma no eres capaz de ascender hacia Mi. No huyas, hija, de tu Padre; desea hablar a solas con tu Dios de la Misericordia que quiere decirte personalmente las palabras de perdón y colmarte de Sus gracias. Oh, cuánto Me es querida tu alma. Te he asentado en Mis brazos y te has grabado como una profunda herida en Mi Corazón.

- El alma: Señor, oigo Tu voz que me llama a abandonar el mal camino, pero no tengo ni valor ni fuerza.

- Jesús: Yo soy tu fuerza, Yo te daré fuerza para luchar.

- El alma: Señor, conozco Tu santidad y tengo miedo de Ti.

- Jesús: ¿Por qué tienes miedo, hija Mía, del Dios de la Misericordia? Mi santidad no Me impide ser misericordioso contigo. Mira, alma, por ti he instituido el trono de la misericordia en la tierra y este trono es el tabernáculo y de este trono de la misericordia deseo bajar a tu corazón. Mira, no Me he rodeado ni de séquito ni de guardias, tienes el acceso a Mi en cualquier momento, a cualquier hora del día deseo hablar contigo y deseo concederte gracias.

- El alma: Señor, temo que no me perdones un número tan grande de pecados; mi miseria me llena de temor.

- Jesús: Mi misericordia es mis grande que tu miseria y la del mundo entero.¿Quién ha medido Mi bondad? Por ti bajé del cielo a la tierra, por ti deje clavarme en la cruz, por ti permití que Mi Sagrado Corazón fuera abierto por una lanza, y abrí la Fuente de la Misericordia para ti. Ven y toma las gracias de esta fuente con el recipiente de la confianza.
Jamás rechazaré un corazón arrepentido, tu miseria se ha hundido en el abismo de Mi misericordia. ¿Por qué habrías de disputar Conmigo sobre tu miseria? Hazme el favor, dame todas tus penas y toda tu miseria y Yo te colmaré de los tesoros de Mis gracias.

- El alma: Con Tu bondad has vencido, oh Señor, mi corazón de piedra; heme aquí acercándome con confianza y humildad al tribunal de Tu misericordia, absuélveme Tu Mismo por la mano de Tu representante. Oh Señor, siento que la gracia y la paz han fluido a mi pobre alma.