(Lecturas aconsejadas: “ENCUENTRO -Manual de Oración”, por Ignacio Larrañaga, y “CUERPO Y ALMA EN ORACIÓN* -43 maneras de orar”, por Anthony de Mello, SAN PABLO Ediciones.
El Encuentro*
¿Cómo encontraré a Dios? Por medio del deseo, respondió el maestro.
Un día se bañaban los dos en un río. El maestro hundió la cabeza del muchacho bajo el agua, mientras el joven procuraba defenderse con todas sus fuerzas y respirar.
Al día siguiente, preguntó el maestro a su alumno: ¿Por qué luchabas tanto cuando yo sostenía tu cabeza debajo del agua? Porque necesitaba aire.
Pues bien, cuando sientas necesidad de Dios como sentiste la falta de aire bajo el agua, sabrás que ya lo encontraste.)

Estar alegres
Un corazón alegre se sabe proteger muy bien de la suciedad que el diablo trata de sembrar en nuestros corazones.
La alegría es oración.
La alegría es fuerza.
La alegría es amor.
La alegría es una red de amor con la que podremos “cazar” almas.

¿Cómo tener fe?
Si escasea la fe es porque hay demasiado egoísmo en el mundo. La fe, para ser auténtica, tiene que ser generosa y disponernos para dar. Amor y fe van de la mano.

Dar
Abrid vuestros corazones al amor que Dios vuelca en ellos. Dios os ama con ternura. Lo que Dios os da no es para que lo ocultéis ni lo defendáis bajo llave. Os lo da para que lo compartáis. Cuando más os lo queráis quedar, menos seréis capaces de dar. Cuanto menos tengáis, más capaces seréis de compartir.

Pidamos a Dios, cuando tengamos ganas de pedir algo, que nos ayude a ser generosos. Cuando se experimenta apego al dinero se pierde el contacto con Dios. Pidamos, pues, a Dios que nos libre de tal apego.
Sería preferible la muerte. No debemos preocuparnos por el dinero, porque Dios está ahí para ayudarnos. A veces los pobres pueden tener hambre de algo más que de pan. Es muy posible que nuestros hijos, nuestro marido, nuestra esposa, no tengan hambre de pan, ni tengan necesidad de vestido y que no carezcan de habitación. Pero ¿estamos igualmente convencidos de que ninguno de ellos se siente solo, abandonado, descuidado, desatendido, carente de cariño?. También eso es pobreza.
Jamás he visto cerrárseme puerta alguna. Creo que eso ocurre porque ven que no voy a pedir, sino a dar.

Compartir
Hace algunos años, Calcuta vivió una gran escasez de azúcar.
Un día, un niño de cuatro años vino a verme con sus padres.
Me traían un pequeño envase con azúcar.
Al tiempo que me hacía entrega de él, el pequeño me dijo:
-He pasado tres días sin probar azúcar.
Toma. Es para tus niños.
Aquel pequeñuelo amaba con un amor grande.
Lo había manifestado con un sacrificio personal.
Quiero aclararlo: no tendría más de tres o cuatro años. Le costaba pronunciar mi nombre. No me resultaba conocido. No recordaba haberlo visto nunca. Tampoco me había encontrado con sus padres.
El niño tomó aquella decisión tras haber oído hablar a los mayores de mi situación.