En 1982 resultó evidente la conexión del Vaticano con el desplome del Banco Ambrosiano de Italia. En 1987 unos jueces de Milán emitieron órdenes de arresto contra tres clérigos del Vaticano, entre ellos un arzobispo estadounidense, con el cargo de que estuvieron implicados en la fraudulenta declaración de quiebra, pero el Vaticano se negó en acceder a la extradición. Luego el más encumbrado Tribunal de Apelaciones de Italia anuló las órdenes de arresto debido a un viejo tratado que existe entre el Vaticano y el gobierno italiano.
   En 1986 yo saqué un préstamo para amoblar la casa en el Banco Católico del Véneto, con un interés del 16% anual. A mediados de los años 90 éste había cambiado de nombre a Banco Ambrosiano del Véneto y, en ese entonces, cobraba un interés del 100% en dos años, por un pequeño préstamo; practicando abiertamente la usura (véase lo que dice la Biblia en Éxodo 22:25 al respecto). “Pero ¿qué puedo hacer? - le confiaba Juan Pablo II a un polaco de confianza-, son demasiados los culpables y están demasiado encumbrados: No puedo destituirlos a todos y en tan poco tiempo. La prensa hablaría demasiado” (Sí, ...pero de su funeral! -N. del R.). Recientemente el Papa Juan Pablo II pidió perdón por los errores cometidos por la Iglesia Apostólica Romana en el pasado; ¡pero siguen pecando, Señor!
Yahvé, el Juez Supremo, dictamina: “Y ahora esta advertencia a vosotros sacerdotes. He aquí que os romperé el brazo y os arrojaré excrementos al rostro, los excrementos de las víctimas inmoladas en vuestras solemnidades para que os lleven con ellas” (Malaquías 2:3).
   En el año del Gran Jubileo 2000 el Papa decide hacer revelar (¡parcialmente!) el tercer secreto de Fátima y un miembro del Opus Dei, el Cardenal Angelo Sodano (unos de los más “chupacirios” del Vaticano) lee un comunicado a la prensa. Sucesivamente el convertido ex fundamentalista islámico Alí Agca -que atentó contra la vida del Papa en 1981, justo en el día del 64° aniversario de Fátima-, y que gracias al Santo Padre fue agraciado, lanza la acusación (desde Turquía) al Vaticano, de seguir ocultando el verdadero tercer secreto de Fátima. Además define al Vaticano como “La Central del demonio” e invita al hermano Juan Pablo II a renunciar al cargo de Papa; el Vaticano hace oídos de mercader.
No puedo demostrar que la copia del tercer secreto que publique en “Santísima María: La Gran Evangelizadora” en 1998 sea auténtica, porque el original lo tiene el Vaticano en una caja fuerte, pero aquí demostraré que el Vaticano miente cuando afirma que los mensajes de María no contienen temáticas apocalípticas, ni denuncian la corrupción del Vaticano. Por lograr eso tendremos que hacer un paso atrás, en 1846, cuando la Virgen aparece, en La Salette (Francia) a dos pastorcitos: Melania Calvat de 15 años y Maximiliano Giraud de 11 años, y les comunica un largo mensaje. Según declaró el Papa Juan Pablo II en 1982: “Estamos en el corazón de las profecías”. Esta aparición y el texto pertinente fueron aprobados oficialmente por el Vaticano (así que no se pueden echar atrás); pero ellos hacen como si después de dos siglos, la gente olvidara. Quisiera habérsela ahorrado (es una de la más importantes pero una de la más aterradoras), pero el orgullo y la soberbia del Vaticano superaron -en largo- las de aquellos que hace veinte siglos crucificaron a Dios; así que aquí va -larga parte- del “Gran Mensaje de La Salette” (juzgue la corte):
   “¡Ay de los habitantes de la Tierra! Dios se prepara a desahogar sobre ellos Su ira y a nadie le será posible huir a los muchos males que sobrevendrá al mismo tiempo. La humanidad se encuentra a la vigilia de acontecimientos horribles...
   Si mi pueblo no se convierte, me veré obligada a dejar caer el brazo de mi Hijo. Es tan fuerte y pesado, que no puedo sostenerlo más. Habrá guerras sangrientas y carestías, pandemias de pestes y enfermedades contagiosas, lluvias torrenciales y fuertes granizadas. Truenos y rayos destruirán con el fuego ciudades enteras. Se oirán voces en el aire, y los hombres se golpearán la cabeza contra la pared, invocarán la muerte, pero ésta, por su parte, traerá sobre ellos terribles tormentos. Correrá la sangre por doquier. Las estaciones se modificarán. La tierra producirá solamente malos frutos. Las estrellas dejarán sus órbitas regulares, la luna emitirá solamente una luz livianamente rojiza. El agua y el fuego del interior de la tierra se moverán en manera compulsiva así que habrá horribles temblores, y montes y ciudades se hundirán. Estos terremotos devorarán enteras regiones. Al fin el sol se obscurecerá y será solo la fe que derramará Luz. ¿Quién jamás podría lograr la victoria si Dios no aliviara (acortara) el tiempo de la prueba?
   La humanidad se encuentra a la vigilia de los más terribles flagelos y más grandes perturbaciones. Agua y fuego causarán sobre la tierra terribles terremotos y grandes sacudimientos telúricos, que harán hundir montes y ciudades... Muchos perderán totalmente su fe y arrastrarán con ellos en la perdición muchísimas almas. ¡Ay de los curas y de los obispos que, con su infidelidad, otra vez crucificarán a mi Hijo!
   El representante de mi Hijo deberá mucho sufrir, porque la Iglesia por un cierto tiempo será expuesta a grandes persecuciones. Será una época de tinieblas y la Iglesia deberá atravesar una horrenda crisis...
   Un precursor del Anticristo, que guiará las tropas recogidas de todas las naciones combatirá contra el verdadero Cristo, el único Salvador del mundo. Éste (pre-Anticristo) hará correr mucha sangre para erradicar el culto del Dios viviente y substituirse a Él. Entonces acontecerán en la Tierra numerosos castigos, además de peste y hambre que serán universales. Las guerras seguirán unas a otras y la última será conducida por uno de los diez reyes del Anticristo, los cuales tendrán una única voluntad, y serán los únicos que reinarán sobre el mundo.
   Antes de este acontecimiento, el mundo estará en una paz aparente y no se pensará en otra cosa que divertirse, y los malos se sumergirán en pecados de todas clases. Pero los hijos de la Santa Iglesia, los hijos de la fe, mis perfectos imitadores crecerán bajo la guía del Espíritu Santo. Yo combatiré con ellos hasta que llegarán a la plenitud del tiempo. Los gobernantes civiles tendrán todos un mismo plan, que será abolir y hacer desaparecer todo principio religioso, para dar lugar al materialismo, al ateísmo, al espiritismo y a toda clase de vicios...
   Por la maldad de los hombres también la naturaleza grita venganza y tiembla de terror en espera de aquel que acontecerá sobre la tierra embadurnada de delitos. Tiemble la tierra, y temblad vosotros que habéis consagrado con voto de servicio a Jesucristo y en vuestro interior no haced otro que adorar a vosotros mismos. ¡Temblad! El Señor está a punto de entregaros a sus enemigos, ya que los lugares santos están contaminados por la corrupción. Muchos conventos no son más casa de Dios, sino paceduras de “Asmodeo”, o sea del diablo, de impureza y sus satélites.
Así llegará el tiempo en el cual nacerá el Anticristo, de una religiosa hebrea, una falsa virgen que será en íntima relación con la antigua serpiente, el maestro de lujuria. Su padre será un obispo.
  Desde el nacimiento tendrá dientes y pronunciará blasfemias: él será en una palabra un demonio encarnado. Emitirá gritos espantosos, obrará prodigios y será envuelto en la lujuria y en la impureza. Tendrá hermanos que no serán demonios encarnados como él, pero hijos del maligno, y a la edad de 12 años se distinguirán en brillantes victorias. Pronto cada uno de ellos será jefe de una armada, sosteniendo por las legiones infernales.