- El alma: Oh Señor, siento que mi corazón se llena de Tu amor, que los rayos de Tu misericordia y Tu amor han penetrado mi alma. Heme aquí, Señor, que voy para responder a Tu llamada, voy a conquistar las almas sostenida por Tu gracia; estoy dispuesta a seguirte, Señor, no solamente al Tabor, sino también al Calvario. Deseo traer las almas a la Fuente de Tu Misericordia para que en todas las almas se refleje el resplandor de los rayos de Tu misericordia, para que la casa de nuestro Padre esté llena y cuando el enemigo comience a tirar flechas contra mi, entonces me cubriré con Tu misericordia como con un escudo.
- El alma: Señor y Maestro mío, deseo hablar Contigo. - Jesús: Habla, porque te escucho en todo momento, niña amada; te espero siempre.¿De qué deseas hablar Conmigo? - El alma: Señor, primero derramo mi corazón a tus pies como el perfume de agradecimiento por tantas gracias y beneficios de los cuales me colmas continuamente y los cuales no lograría enumerar aunque quisiera. Recuerdo solamente que no ha habido un solo memento en mi vida en que no haya experimentado Tu protección y Tu bondad. - Jesús: Me agrada hablar contigo y tu agradecimiento te abre nuevos tesoros de gracias, pero, niña Mía, hablemos quizás no tan generalmente, sino en detalles de lo que pesa más sobre tu corazón; hablemos confidencial y sinceramente como dos corazones que se aman mutuamente. - El alma: Oh mi Señor misericordioso, hay secretos en mi corazón
de los cuales no sabe ni sabrá nadie fuera de Ti, porque aunque
quisiera decirlos nadie me comprendería. Tu representante sabe
algo, dado que me confieso con él pero tanto cuanto soy capaz
de revelarle de estos secretos, lo demás queda entre nosotros
por la eternidad, ¡oh Señor mío! Me has cubierto
con el manto de Tu misericordia perdonándome siempre los pecados.
Ni una sola vez me has negado Tu perdón, sino que teniendo compasión
por mi, me has colmado siempre de una vida nueva, la vida de la gracia.
Para que no tenga dudas de nada, me has confiado a una cariñosa
protección de Tu Iglesia, esta madre verdadera, tierna que en
Tu nombre me afirma en las verdades de la fe y vigila que no yerre nunca.
Y especialmente en el tribunal de Tu misericordia mi alma experimenta
todo un mar de benevolencia. A los ángeles caídos no les
has dado tiempo de hacer penitencia, no les has prolongado el tiempo
de la misericordia. Oh Señor mío, en el camino de mi vida
has puesto a unos sacerdotes santos que me indican una vía segura.
Jesús, en mi vida hay un secreto más, el más profundo,
pero también el más querido para mi, lo eres Tú
Mismo bajo la especie del pan cuando vienes a mi corazón. Aquí
está todo el secreto de mi santidad. Aquí mi corazón
unido al tuyo se hace uno, aquí ya no hay ningún secreto,
porque todo lo Tuyo es mío, y lo mío es Tuyo. He aquí
la omnipotencia y el milagro de Tu misericordia. Aunque se unieran todas
las lenguas humanas y angélicas, no encontrarían palabras
suficientes para expresar este misterio del amor y de Tu misericordia
insondable. Cuando considero este misterio del amor, mi corazón
entra en un nuevo éxtasis de amor y Te hablo de todo, Señor,
callando, porque el lenguaje del amor es sin palabras, porque no se
escapa ni un solo latido de mi corazón. Oh Señor, a pesar
de que Te has humillado tanto, Tu grandeza se ha multiplicado en mi
alma y por eso en mi alma se ha despertado un amor todavía más
grande hacia Ti, el único objeto de mi amor, porque la vida del
amor y de la unión se manifiesta por fuera como: pureza perfecta,
humildad profunda, dulce mansedumbre, gran fervor por la salvación
de las almas. Oh mi dulcísimo Señor, velas sobre mi en
cada momento y me inspiras sobre cómo debo portarme en un caso
dado; cuando mi corazón oscilaba entre una y otra cosa, Tú
Mismo intervenías, más de una vez, en solucionar el asunto.
Oh, cuántas e innumerables veces, con una luz repentina me hiciste
conocer lo que Te agradaba más. -
Jesús: Hija Mía amadísima, delicia de Mi corazón,
tu conversación Me es más querida y más agradable
que el canto de los ángeles. Todos los tesoros de Mi Corazón
están abiertos para ti. Toma de este Corazón todo lo que
necesites para ti y para el mundo entero. Por tu amor retiro los justos
castigos que la humanidad se ha merecido. Un solo acto de amor puro
hacia mi, Me es más agradable que miles de himnos de almas imperfectas.
Un solo suspiro de amor Me recompensa de tantos insultos con los cuales
Me alimentan los impíos. Tu más pequeña acción,
es decir, un acto de virtud adquiere a Mis ojos un valor inmenso y es
por el gran amor que tienes por Mi. En un alma que vive exclusivamente
de Mi amor, Yo reino como en el cielo. Mi ojo vela sobre ella día
y noche y encuentro en ella Mi complacencia y Mi oído está
atento a las súplicas y el murmullo de su corazón y muchas
veces anticipo sus ruegos. Oh niña amada por Mi particularmente,
pupila de Mi ojo, descansa un momento junto a Mi Corazón y saborea
aquel amor del cual te regocijarás durante toda la eternidad. -El Alma: Jesús, no me dejes sola en el sufrimiento. Tu sabes,
Señor, lo débil que soy. Soy un abismo de miseria, soy
la nada misma. Por eso, ¿qué habría de extraño
que me dejaras sola y yo cayera? Soy una recién nacida, Señor,
por eso no sé sostenerme por mi misma. Sin embargo, a pesar de
todo abandono, confío, y a pesar de mis sentimientos, confío
y me estoy transformando completamente en la confianza, muchas veces
a pesar de lo que siento. No disminuyas ninguna de mis aflicciones,
sólo dame fuerza para soportarlas. Haz conmigo lo que Tú
quieras, Señor, sólo dame la gracia de poder amarte en
cada acontecimiento y circunstancia. Señor, no disminuyas mi
cáliz de amargura, sólo dame fortaleza para que pueda
beberlo todo.
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