Al umbral del año 2000

Septiembre de 1998

- CARTA ABIERTA A LA COMUNIDAD -

Queridos Vecinos: les escribo cuando faltan menos de 500 días para la noche del 2000.
Si bien Jesús festejó sus 2005 años, estamos esperando con ansiedad el fin del siglo 20 (Según la cronología de los antiguos romanos el rey Herodes murió en el año 4 ¿a.C.?, después que el año anterior había ordenado la matanza de todos los bebés de Galilea con menos de dos años de edad; pero Jesús ya estaba en Egipto). Unos fanáticos dicen que un meteorito chocará contra la tierra provocando la destrucción del planeta, o que se darán vuelta los polos por el alineamiento de los planetas en el año 2000 ó 2005: ¡son mentiras del diablo! La ciencia oficial afirma que tuvimos y tendremos millones de años de vida sobre este planeta hasta que se apague el sol, y que siempre se predijeron cosas que no se han cumplido: ¡es una mentira del diablo! Los contactistas dicen que por los desastres naturales y causados por el hombre, la tierra será inhabitable y sólo se salvarán unos cuantos que se encontrarán con ellos arriba de unas mesetas a fin de ser embarcados en los OVNIs: ¡es una mentira del diablo! El Vaticano cree que está reinando temporalmente con Cristo, por eso, cuando él venga se terminará todo lo material: ¡es una mentira del diablo!. Los Testigos de Jehová creen en un desastre mundial, en el cual ellos se encontrarán en esta tierra, pero en un lugar que quedaría indemne: ¡es una mentira del diablo! Muchos evangélicos creen que antes que eso empiece, ellos zafan por completo - sin “ser probados como por fuego” (1ª Pedro 1:7) - y que se van a morar para siempre en los cielos: ¡es una mentira del diablo! Los mormones creen que Dios va a bajar la Jerusalén Celeste en Norteamérica ¡¿justamente?! y en exclusiva para la salvación de ellos: ¡es una mentira del diablo! Los gnósticos son iniciados a una “mentira esotérica”, por lo cual con quizás qué absurdo (p. ej. el “Shambhala”) piensan extrañarse de los acontecimientos reservados a los “comunes mortales”: ¡es una mentira del diablo! Los filósofos ateos creen que en algún lejano día todo se acabará y con eso la raza humana: ¡es una mentira del diablo! En fin, hay sectas “piolas” que se escapan a una posible muerte ¿¡matándose!?: ¡gran mentira del diablo!. Jesús dice que el que no naciere de nuevo no puede entrar en el reino de Dios, pero se refiere al bautismo de penitencia en agua y sucesivamente con aquél - como por fuego- que otorga el Espíritu Santo; y no dice nacido nuevamente por la carne (Juan 3:3/7 - Lucas 3:16). Además la reencarnación no existe (ni aquí, ni en otros mundos) porque Jesús, durante los 3 días que estuvo muerto en el sepulcro, pudo predicar a todos los espíritus encarcelados de los muertos en el diluvio, que no creyeron a Noé, y que todavía estaban - después de casi 3000 años - en el Hades (Efesios 4:9 - 1ª Pedro 3:19 y 4:6); adonde siguen estando, junto a los induístas que creen en esta falsa doctrina.
Si llegó a leer hasta aquí, Ud. dirá: ¿Pues cuál es la verdad?
Vamos desde el comienzo. Todo empezó en el jardín del Edén donde Adán tenía una tierra pura y una vida eterna por delante (c/Eva), que perdió por el pecado original de haber comido fruto -prohibido- del conocimiento del bien y del mal. Otro hombre -Jesús- pagó el precio del perdón del pecado y ganó así por él, y por aquél que le quiere seguir, el poder recuperar lo perdido; se dieron entonces unos dos mil años de tiempo para que todos aprovechásemos esta oportunidad. Ahora bien, el “vestido” de la tierra está viejo y corrupto, no sirve poner parches nuevos, es necesario que el planeta cambie el vestido; y para que los “bichos” (o sea nosotros) no sean tirados en el fuego con el vestido viejo, es necesario que sean sacados antes. Pero no todos; las “polillas”, que han arruinado el vestido primero, se irán en el fuego con éste, mientras que los otros gozarán del vestido nuevo.
¿Y los que ya han pasado y están muertos, se lo perdieron?
Eso es más difícil de explicar para quién vive en las cuatro dimensiones (3 espaciales + 1 el tiempo). En la eternidad, el tiempo no tiene el mismo sentido que para nosotros; con la quinta dimensión uno lo tiene todo allí como si fuera una colección de revistas y puede agarrar tanto un número de años atrás como el último, están presentes un faraón egipcio como un astronauta “contemporáneamente”. Se trata solamente de elegir quién tenga derecho a la vida eterna y quién no.
Pues bien, una vez que Dios haya elegido a quién levantar de la tumba y a quién no, ellos primeros serán resucitados a este tiempo, elevados al cielo y recogidos por “ángeles” que conducen “nubes (Marcos 13:26/27)... con resplandor de fuego por la noche” (Salmos 77 (78):14), o “carros de fuego” (2ª Reyes 2:11 y 6:17), o “navíos que vuelan” (Isaías 60:8/9), y congregados en la ciudad espacial -Jerusalén Celeste -. La Biblia (en Apocalipsis 21:16) da las dimensiones de ésta última: 2131 km. de longitud, igual de altura, ídem de latitud. Viene con Jesús que estuvo preparando en todo este tiempo demoras suficientes (Juan 14:2) para acoger a todos los escogidos; que seguirán a los resucitados y que serán también elevados con cuerpo y alma, transformados y congregados. Del patio de afuera (adonde serán llevados los gentilicios) no precisa las dimensiones, pero dice que una gran muchedumbre, imposible de contar, de todas naciones, tribus, pueblos y lenguas, morará en esta ciudad por 42 meses (Apocalipsis 7:9 y 11:1/2); tiempo de purificación del planeta tierra antes que descienda la Jerusalén Celeste (Apocalipsis 21:1/2), y sea restablecido el Paraíso en la tierra. La palabra paraíso nos llega de Oriente (pradeesha, pardes, firdauz, fardaiso) y significa jardín extenso y bien arreglado, lugar delicioso, donde, además de árboles y flores, se ven animales enjaulados o en libertad. También precisa el profeta Isaías, que allí “el Señor de los ejércitos (YHWH= Yahvéh = Jehová = Allah = Dios) a todos los pueblos les dará en este monte un convite con manjares mantecosos, un convite de vinos fermentados, de carnes grasas suculentas, de vinos puros sin mezcla” (¡se morfa! - Isaías 25:6); y que un “niño que aún mama (¡habrá recién nacidos!) estará jugando en el agujero de un áspid” (...sin peligro - Isaías 11:8)
¿Cómo darse cuenta que está por llegar este “arca de la Salvación”, que ya se encuentra en nuestro sistema solar, pero que no se puede ver con ningún sistema óptico ni electrónico?
Por las señales que el Maestro Jesús profetizó y que son: guerras de todas las naciones y de los reinos unos contra otros, terremotos intensificándose en distintas localidades de la tierra, enfermedades pestilenciales extendidas al planeta entero, hambre en el mundo y prodigios visibles en el cielo (Lucas 21:9/11). En relación a ésto Pablo nos dice: “Ved que os declaro un misterio: No todos dormiremos, pero todos seremos transformados. En un momento, en un abrir y cerrar de ojos, al son de la última trompeta: porque sonará la trompeta y los muertos resucitarán incorruptibles: y nosotros seremos transformados. (1ª Corintios 15:51/52). Leer en Apocalipsis cap. 8, 9, 10 y 11 los acontecimientos que han de ocurrir antes que el séptimo ángel toque la última trompeta.

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