Roma perderá la fe, y se hará la sede del Anticristo. Los sacerdotes, ministros de mi Hijo, por su mala vida, por sus irreverencias y su impiedad al celebrar los santos misterios, por su amor al dinero, a los honores y a los placeres, se han convertido en cloacas de impureza... Los demonios aliados con el Anticristo obrarán prodigios extraordinarios sobre la tierra y en el firmamento, y la humanidad se volverá pésima. Pero Dios no abandonará los verdaderos siervos fieles suyos, o sea los hombres de buena voluntad. El Evangelio será predicado por doquier, a todos los pueblos, y las naciones conocerán la Verdad.
Yo dirijo un llamado de alerta a todo el universo, ¡llamo a los verdaderos hijos de Dios que vive y reina en los cielos! Yo envío mi voz a los perfectos imitadores del Verbo Encarnado, Cristo, el único Salvador de los hombres. Advierto a mis hijos, mis verdaderos devotos, los que yo llevo en mis brazos, que viven siempre según mi espíritu. Finalmente hago un llamamiento a los apóstoles de los últimos tiempos, los discípulos fieles a Jesucristo, que ateniéndose a las reglas que Melania recibió para ellos, conduzcan una vida de desprecio del mundo y de sí mismos, y que vivan frente al mundo en pobreza y humildad, en silencio y en aniquilación, en continua oración, en caridad y en unión con Dios, en la ocultación y en el sufrimiento.
  Ha venido el tiempo que se manifiesten para alumbrar al mundo. Vayan y muéstrense, hijos míos predilectos. Yo estoy con vosotros y en vosotros. Mientras que vuestra fe en la Luz que alumbra a vosotros en estos días de desgracia, vuestro celo debe hacerles tener hambre de la gloria de Cristo.
Combatan, Hijos de la Luz, vosotros, pequeño número que véen, porque el tiempo de los tiempos, el último fin, está cercano.
  Francia, Italia, España y Inglaterra serán en guerra. La sangre correrá por las calles; el francés luchará contra el francés, el italiano contra el italiano, y al fin acontecerá una guerra general que será espantosa.
  Por un período de tiempo Dios no se acordará de Italia, ni de Francia porque éstas habrán olvidado el Evangelio. Los malvados manifestarán toda su maldad y acontecerán homicidios inclusive en los hogares. Al primer golpe de la espada de Dios, que caerá como un rayo sobre la humanidad, temblarán de terror las montañas y toda la naturaleza, porque los desórdenes y los delitos de la humanidad habrán llegado hasta el Cielo.
  París será destruida por el incendio y Marsella será tragada por el mar, otras grandes ciudades serán destruidas por el incendio y derrumbadas totalmente por los terremotos. Se creerá que todo está perdido y se verán solamente homicidios. Se oirán blasfemias y rumores de armas. Los justos tendrán que sufrir mucho: sus oraciones, penitencias y lágrimas subirán al Cielo; todo el pueblo de Dios pedirá perdón y misericordia, y recurrirán a Mí para implorar mi intercesión y mi auxilio...
  La Iglesia será en sombras, el mundo será trastornado; pero entonces, aparecerán Henóc y Elías llenos del Espíritu de Dios. Ellos predicarán y en sus palabras estará el poder de Dios, y los hombres de buena voluntad creerán en Dios y muchas almas serán consoladas; en virtud del Espíritu Santo harán grandes progresos y condenarán los errores diabólicos del Anticristo.
  Henóc y Elías serán mandados a muerte; la Roma pagana desaparecerá y caerá fuego del Cielo destruyendo tres ciudades. El sol se obscurecerá y sobrevivirá solamente la fe.
  Entonces Jesucristo, movido por justicia y misericordia hacia los justos, mandará a sus ángeles de enviar a muerte a todos sus enemigos. De golpe los perseguidores de la Iglesia de Jesucristo y todos aquellos que son presa del pecado serán aniquilados y la tierra devendrá como un desierto...
  ¡He aquí ha llegado el tiempo! El abismo se abre: mira el rey de los reyes de las tinieblas, mira la bestia con sus súbditos que se proclama ‘salvador del mundo’. Él se eleva soberbiamente en el aire hasta llegar al cielo; pero el aliento del Arcángel Miguel les da muerte: precipitará, y la tierra que desde tres días es continuamente sacudida, abrirá su regazo lleno de fuego; y la bestia con los suyos será tragada en los eternos abismos del infierno. Entonces, agua y fuego purificarán la tierra para renovar cada humana soberbia, y todo será renovado.
  Luego Dios será servido y glorificado. Luego la Paz será la reconciliación entre Dios y los hombres, se rendirá servicio a Jesucristo, se orará a El y se lo glorificará.
  El amor hacia el prójimo florecerá por doquier.”                                  -María Santísima (Francia, año 1846)

  “Si la humanidad se convierte, las piedras y las rocas devendrán fértiles y producirán trigo, y los campos darán abundantes cosechas” (Agrega María; esparciendo perfume a rosas. Pero los evangélicos creen que María -apareciéndose- es el diablo, mientras que el Vaticano que es,‘igual al diablo’; una rebelde y vieja “chusma” que anda profetizando, sin el permiso de Dios, lo que se le canta la gana, luego la censuran -N. del R.).

Posdata: (El veredicto)
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HUELE A PESCADO VIEJO: La Religión Católica Apostólica Romana, fundada por el emperador Constantino I° “El Grande” a Roma en el siglo II°, tiene reminiscencias babilónicas; que no heredó de Jesucristo sino de Satanás. La prueba es que en las grandes solemnidades el Papa, los arzobispos y los obispos se cubren la cabeza con una toca alta y ahusada llamada “mitra”. Mitra es un falso dios que adoraban los antiguos romanos; éste era un dios indo-iranio (de la luz, el calor y la fecundidad) y su culto se propagó desde Asia al Imperio Romano. Además con sus faldas caladas y su forma ahusada -terminando como la quijada de un pez brevemente abierta- quiere representar una divinidad semítica de origen babilónico, adorada por los filisteos y representada por una figura mitad hombre y mitad pez; el Dagón (¡para no ser unos “bacalaos”, sería bueno eliminar este objeto litúrgico -idólatra- pagano!).